El olor del incienso me lleva a
recorrer esa habitación palmo a palmo, nada ha cambiado en 20 años, junto a tu
ordenador esa foto, la mía, con los pechos descubiertos mirando un cielo
inexistente...una foto-arte cursi, pero excusa perfecta para sentir sus manos
acariciarme para el maquillaje obligatorio, aunque sonrío al recordar como
torpemente maquillabas muslos, si estaba claro que no debían aparecer en la imagen. Sí, recuerdo
este secreto.
Nuestro secreto de años, nuestro gran secreto, secreto aun para nosotras.
Anoche soñé contigo , aquella vez que tomábamos una cerveza en una terraza, con
nuestro respectivos hombres y yo rememorando tu tacto, tu aroma, mientras
embetunabas mi cuello, mientras veía tus manos
acercase a tu boca... y yo mordí mis uñas “acompáñame al baño” me dijiste
y yo te seguí, sin mediar palabra, encerradas en un lavado cubierto de mierda y
orines, te miré a los ojos, cogí tu cara y te bese en los labios…fui torpe al
meter mi mano en tu escote tratando de sofocar mis ansias,que lógicamente crecían y tú saboreabas mi piel,
divertida por mi brusquedad...el placer de desear, ese cosquilleo entre las
piernas que controla los impulsos, los dedos, labios, ojos...hasta que alguien
golpeó la puerta regresándonos de golpe a la realidad asqueada de un baño
público...aún en ese momento, no hablamos, tal vez, por temor a que el sonido de
las palabras rompiera el hilo que nos unía a ese titiritero que nos controlaba.
Esa noche mi novio estaba feliz por mi
inesperada fogosidad, sin imaginar que cuando colocaba sus manos en el
cabecero, sometiéndolo bajo mi cuerpo, al cerrar los ojos imaginaba la piel de
ella, el olor, las curvas que solo una mujer sabe encontrar. Ahora que lo pienso,
pobre hombre, pobres hombres que han pasado por mi cama, convencidos que eran
ellos los que estaban dentro de mí.
Ahora el sol entibia mis párpados
mientras sigo recorriendo tu cuarto, tantas noches temblando junto a
ti...recuerdo tu risa el día que decidiste marcharte a conocer mundo. Cada año
me enviáste una fotografía, sin palabras, una imagen que yo y sólo yo podría
descifrar.
Hoy ,20 fotografías después,
estamos otra vez en una terraza con otros hombres que por ahora son los
nuestros, ellos hablan, nosotras callamos...callo mirando tus ojos, ahora con
pequeñas arrugas, la comisura de tus labios y tu mano vuelve a acercarse a tu
boca...no me gustan las mujeres, sólo me gustas tú.
.- “¿Me acompañas al baño?”- . Solicitas insinuante, con una
leve sonrisa...yo también sonrío y guardo silencio, el sol roza un mechón que
escapó de tu pañuelo e imagino arrancar poco a poco todo su envoltorio, bajo
mi silencio tu sonrisa se borra poco a poco, mientras nuestros acompañantes nos
ignoran. .- No-. Termino por decir .-Ya estoy un poco vieja para baños públicos...si
quieres ir al baño, podemos ir a mi casa-.
Puedo acariciarte con la lentitud
que mereces, ya no soy brusca, mi niña, quiero descubrirte lento y llegar donde
nunca he llegado, porque tú untaste mis muslos hace veinte años. Pero yo no he
llegado a acariciar los tuyos. Y bajo lento sujetando tus manos…sí, tu piel es
tan suave como yo la imaginé. Te encuentro y mi lengua te saborea, reconoce que
este placer nunca lo sentimos. Tus piernas tiemblan y gimes, levantas tu pelvis
y yo dejo entrar dos de mis dedos. Gritas mi nombre, una y otra vez…dime amor,
¿Es un hombre lo que necesitas?. Niña mía, puedo hablarte de frente, gritar tu
nombre mientras te escudriño con mi lengua...estamos más viejas, si, “maduras”. Ni tu piel ni la mía son las
mismas; pero no te tapes, quiero verte...estamos hablando...se que te iras
mañana y que tal ves solo reciba tu fotografía anual...no, no es un reproche,
pero niña, ya era hora que sacaras a la luz el secreto de esa fotografía que
hace tanto sacamos...se que son mis manos las que te hacen temblar y no el frió
y es hora de disfrutar de este placer. Bajo el olor del incienso y esa
fotografía añeja.