viernes, 6 de febrero de 2015

Encuentros

El olor del incienso me lleva a recorrer esa habitación palmo a palmo, nada ha cambiado en 20 años, junto a tu ordenador esa foto, la mía, con los pechos descubiertos mirando un cielo inexistente...una foto-arte cursi, pero excusa perfecta para sentir sus manos acariciarme para el maquillaje obligatorio, aunque sonrío al recordar como torpemente maquillabas muslos, si estaba claro que  no debían aparecer en la imagen. Sí, recuerdo este secreto.


Nuestro secreto de años, nuestro  gran secreto, secreto aun para nosotras. Anoche soñé contigo , aquella vez que tomábamos una cerveza en una terraza, con nuestro respectivos hombres y yo rememorando tu tacto, tu aroma, mientras embetunabas mi cuello, mientras veía tus manos  acercase  a tu boca... y yo mordí mis uñas “acompáñame al baño” me dijiste y yo te seguí, sin mediar palabra, encerradas en un lavado cubierto de mierda y orines, te miré a los ojos, cogí tu cara y te bese en los labios…fui torpe al meter mi mano en tu escote tratando de sofocar mis ansias,que lógicamente  crecían y tú  saboreabas mi piel, divertida por mi brusquedad...el placer de desear, ese cosquilleo entre las piernas que controla los impulsos, los dedos, labios, ojos...hasta que alguien golpeó la puerta regresándonos de golpe a la realidad asqueada de un baño público...aún en ese momento, no hablamos, tal vez,  por temor a que el sonido de las palabras rompiera el hilo que nos unía a ese titiritero que  nos controlaba.

 Esa noche mi novio estaba feliz por mi inesperada fogosidad, sin imaginar que cuando colocaba sus manos en el cabecero, sometiéndolo bajo mi cuerpo, al cerrar los ojos imaginaba la piel de ella, el olor, las curvas que solo una mujer sabe encontrar. Ahora que lo pienso, pobre hombre, pobres hombres que han pasado por mi cama, convencidos que eran ellos los que estaban dentro de mí.

Ahora el sol entibia mis párpados mientras sigo recorriendo tu cuarto, tantas noches temblando junto a ti...recuerdo tu risa el día que decidiste marcharte a conocer mundo. Cada año me enviáste una fotografía, sin palabras, una imagen que yo y sólo yo podría descifrar.


Hoy ,20 fotografías después, estamos otra vez en una terraza con otros hombres que por ahora son los nuestros, ellos hablan, nosotras callamos...callo mirando tus ojos, ahora con pequeñas arrugas, la comisura de tus labios y tu mano vuelve a acercarse a tu boca...no me gustan las mujeres, sólo me gustas tú.

.- “¿Me acompañas al baño?”- . Solicitas insinuante, con una leve sonrisa...yo también sonrío y guardo silencio, el sol roza un mechón que escapó de tu pañuelo e imagino arrancar poco a poco todo su envoltorio, bajo mi silencio tu sonrisa se borra poco a poco, mientras nuestros acompañantes nos ignoran. .- No-. Termino por decir .-Ya estoy un poco vieja para baños públicos...si quieres ir al baño, podemos ir a mi casa-.

Puedo acariciarte con la lentitud que mereces, ya no soy brusca, mi niña, quiero descubrirte lento y llegar donde nunca he llegado, porque tú untaste mis muslos hace veinte años. Pero yo no he llegado a acariciar los tuyos. Y bajo lento sujetando tus manos…sí, tu piel es tan suave como yo la imaginé. Te encuentro y mi lengua te saborea, reconoce que este placer nunca lo sentimos. Tus piernas tiemblan y gimes, levantas tu pelvis y yo dejo entrar dos de mis dedos. Gritas mi nombre, una y otra vez…dime amor, ¿Es un hombre lo que necesitas?. Niña mía, puedo hablarte de frente, gritar tu nombre mientras te escudriño con mi lengua...estamos más viejas, si,  “maduras”. Ni tu piel ni la mía son las mismas; pero no te tapes, quiero verte...estamos hablando...se que te iras mañana y que tal ves solo reciba tu fotografía anual...no, no es un reproche, pero niña, ya era hora que sacaras a la luz el secreto de esa fotografía que hace tanto sacamos...se que son mis manos las que te hacen temblar y no el frió y es hora de disfrutar de este placer. Bajo el olor del incienso y esa fotografía añeja.