sábado, 6 de junio de 2015

CARTA ENTRE HADAS

Querida Hada Kementari:



¿Cómo Estás? ¿Aún resistes en el mundo de los humanos? Por la Escuela Filodendro tu historia es casi un mito “EL HADA QUE DEJÓ LA MAGIA POR AMOR A UN HUMANO” y después fue traicionada. Pasé por Aladrén hace muy poco, pero no te vi, tampoco vi a tu Dragón ¿Dónde Vives Ahora? Por aquí todo sigue igual, el Gnomo Andrés nos enseña las reglas de la magia y el Dragón Galo nos protege. 
Aquí siempre hay luz Kementari, no comprendo porqué no vuelves, sé que sufres y no podemos aplacar ese sufrimiento que poco a poco se transforma en ira...y eso nos asusta a todos, eres un Hada de las Artes...

Querida  Hada Clara:

Sé que sigues contando dulces historias del mundo de los sueños y la magia. Ese mundo que yo dejé hace tanto tiempo. No me ha ido tan mal. He podido defenderme y ya no he vuelto a llorar. ¿Qué porqué no vuelvo? mis crías,Ayalén y Antú; Son mi fuerza vital, sé que son medio humanos y por eso mismo no puedo meterlos a nuestro mundo y todos lo sabemos, así que no sé qué pasará más adelante, lo importante es ahora.  Pero te alegrará saber que, hoy mismo,   su bondad es tangible, seguimos viviendo con nuestra perra y nuestras dos gatas. El Dragón voló, ya sabemos cómo son los dragones, no pueden contra su naturaleza de fuego y hielo, los dragones nunca tienen dueño.  Sin embargo nos visita y a veces percibo su vuelo cerca.

¿Cómo está Aladrén? Bueno, los Aladreneros eligieron a esa bruja que tanto daño me hizo como señora del pueblo, por lo que he tenido que irme. No te extrañe Hada Clara, los humanos son muy volubles y de memoria muy borrosa, seguro ya han olvidado todo lo que ha hecho.  Mi príncipe es muy feliz con su princesa…me alegro mucho por ellos. Simplemente no debí dejar los bosques, mi cordillera, mis alas, la cruz del sur. Pero todo acto tiene consecuencia y éstas son las mías, aprender a vivir entre humanos y desechos de magia.

Al cambiarme de Pueblo al moverme he tenido alguno que otro problema y es que las hadas tendemos a esa manía de creer en lo bueno de la gente…en lo bueno… y de pronto descubres a un horco que quiere la fuerza vital de tus hijos o la poca magia que te queda y ese día hada… es cuando lo haces. Escondes tus alas en una armadura y te pones a cortar cabezasTienes que recordar Hada Clara que en el mundo humano hay mucho desterrado del mundo mágico, ellos normalmente se hacen con el poder…por eso, querida amiga ahora me encuentras con dos caras…pero sabes, en el fondo soy un hada a la que su armadura le queda un poco grande.


Si, no has leído mal, NO SOY UNA SIMPLE HADA QUE POR UN ATAQUE DE IMBECILIDAD DEJÓ SU MUNDO. Ahora soy una Guerrera que defiende su fuerza vital, sus crías y a veces, cuando recibo tus cartas recuerdo que soy Kementari, el Hada de Alas Rotas. Solo que ya no espero que nadie me abra camino…en el mundo humano estoy sola. Pero no te pongas triste, en el mundo humano también hay gente buena, dulce, generosa, gente que valora la vida, gente que sonríe. Después de un tiempo, aprendes a disfrutar de esa sonrisa sincera al cruzar un parque...no todo es fuego y muerte. Pero es necesario tener la armadura y la espada lista.

Un fuerte abrazo hadita, espero leerte pronto, saludos al maestro Andrés y dile a la profesora Adriana que extraño sus comidas.
Kementari

viernes, 3 de abril de 2015

Después del latigo, la soledad, el miedo y luego Mi resurrección

Abrí el cajón con violencia y este cayó al suelo. La habitación era un revoltijo creado por el huracán de despecho que dominaba mis manos. Ya no tenía más que arrojar al suelo, llevaba horas llorando, horas después de que esa puerta se cerró y con ese gesto una parte de mi. Agotada, caí de rodillas junto al cajón y en  un nuevo intento de furia comencé a volcar una a una las prendas en el suelo, pero ya mi cuerpo no acompañaba…dolorida inicié un repaso de recuerdos evocados por esas prendas caídas al azar, un puto  azar de melancolía.


De pronto, toqué algo diferente. Lo levanté y me encontré con un collar de colores vivos, grande, brillante como eran antes mis sueños. Sonreí entre lágrimas, no lograba recordar ese collar, seguramente había sido un regalo de él, las lágrimas volvieron. La luz de la tarde interrumpió impertinente el  paso del tiempo y yo...yo seguía igual, entre arrepentida, culpable y temerosa…buscaba en esas telas algún aroma que le hiciera sentir la presencia de él…del amor perdido. Y es que seguir adelante sin él, sin el calor de sus manos acariciando mi cintura parecía imposible. Acariciaba los trapos del suelo, ya casi sin sentir las piernas de tanto estar en la misma posición, con la cadena del collar entre mis dedos. En un acto de masoquismo  tomé las cuentas del collar  y mi mente inició su particular rosario de recuerdos ¿Cuándo recibí ese collar? Lo miré fijamente, fue hace años, no…no fue un regalo…ese collar estaba escondidofue el último abalorio que compré sin su consentimiento, lo último que compré por impuso, antes usaba esas cosas, collares y pendientes grandes, bufandas de colores. Me limpié las lágrimas mientras seguía mirando las piedras de colores que parecían sonreír.   Como una ráfaga  vinieron a su mente las imágenes, los sonidos.

Esa tarde reñimos por enésima vez, a Él no le gustaba, me acusó de superficial  recriminándome buscar ese tipo de bisutería “¿No te das cuenta que ya no tienes edad para esas cosas? te sobran años y kilos sentenció cruelmente condenándome a recatados abalorios, que utilicé desde entonces para no disgustarlo.

Si, respiré hondo el recuerdo había traído otro sentimiento ¿hace cuanto no visto de colores?¿Cuándo dejé los tacones? Apreté el puño…miré a mi alrededor, todo revuelto. Al fin me moví y me di cuenta del tiempo que había cedido a esa angustia. El aire movía la cortina dejando entrar el naranjo pálido de la tarde, todo era de un tono sepia, tal como se había vuelto mi vida. Seguir sin él ¿Realmente era tan duro? ¿Hace cuanto no rozaba mi  cintura? Me puse frente al espejo, vi mi cara hinchada por el llanto, despeinada, envejecida por la tristeza.  NO. Dije en voz alta, me agaché y recogí un peine y cepillé mi pelo, lo dejé libre. Sonreí  y me coloqué el collar. Acto seguido cogí el móvil y ví las llamadas de mis amigas…era hora de salir de casa. Pero esa noche saldría sola a encontrarme con la ciudad y sus temores armada de tacones rojos y colores en su abrigo
 

Y es que viví mi propio “ Via Crucis” con cada estación. Los latigazos del desprecio, las caídas en que mi cruz se hizo más pesada…esa sensación de soledad infinita, abandonada por todos, esa puerta que al cerrarse se convirtió en la lanza mortal y por último…mi propia resurrección. Reencontrarme conmigo y mis formas, mis colores mis sonidos y asi, limpia de dolor reencontrarme con los que nunca me negaron y siempre supieron que volvería…nunca se apartará del todo esa cruz, siempre habrá miedos, desconfianzas y traiciones…pero aquel día la miré a la cara y se hizo tan pequeña que no pesa y me recuerda que  mis colores nunca me abandonaron, sólo esperaron.

viernes, 6 de febrero de 2015

Encuentros

El olor del incienso me lleva a recorrer esa habitación palmo a palmo, nada ha cambiado en 20 años, junto a tu ordenador esa foto, la mía, con los pechos descubiertos mirando un cielo inexistente...una foto-arte cursi, pero excusa perfecta para sentir sus manos acariciarme para el maquillaje obligatorio, aunque sonrío al recordar como torpemente maquillabas muslos, si estaba claro que  no debían aparecer en la imagen. Sí, recuerdo este secreto.


Nuestro secreto de años, nuestro  gran secreto, secreto aun para nosotras. Anoche soñé contigo , aquella vez que tomábamos una cerveza en una terraza, con nuestro respectivos hombres y yo rememorando tu tacto, tu aroma, mientras embetunabas mi cuello, mientras veía tus manos  acercase  a tu boca... y yo mordí mis uñas “acompáñame al baño” me dijiste y yo te seguí, sin mediar palabra, encerradas en un lavado cubierto de mierda y orines, te miré a los ojos, cogí tu cara y te bese en los labios…fui torpe al meter mi mano en tu escote tratando de sofocar mis ansias,que lógicamente  crecían y tú  saboreabas mi piel, divertida por mi brusquedad...el placer de desear, ese cosquilleo entre las piernas que controla los impulsos, los dedos, labios, ojos...hasta que alguien golpeó la puerta regresándonos de golpe a la realidad asqueada de un baño público...aún en ese momento, no hablamos, tal vez,  por temor a que el sonido de las palabras rompiera el hilo que nos unía a ese titiritero que  nos controlaba.

 Esa noche mi novio estaba feliz por mi inesperada fogosidad, sin imaginar que cuando colocaba sus manos en el cabecero, sometiéndolo bajo mi cuerpo, al cerrar los ojos imaginaba la piel de ella, el olor, las curvas que solo una mujer sabe encontrar. Ahora que lo pienso, pobre hombre, pobres hombres que han pasado por mi cama, convencidos que eran ellos los que estaban dentro de mí.

Ahora el sol entibia mis párpados mientras sigo recorriendo tu cuarto, tantas noches temblando junto a ti...recuerdo tu risa el día que decidiste marcharte a conocer mundo. Cada año me enviáste una fotografía, sin palabras, una imagen que yo y sólo yo podría descifrar.


Hoy ,20 fotografías después, estamos otra vez en una terraza con otros hombres que por ahora son los nuestros, ellos hablan, nosotras callamos...callo mirando tus ojos, ahora con pequeñas arrugas, la comisura de tus labios y tu mano vuelve a acercarse a tu boca...no me gustan las mujeres, sólo me gustas tú.

.- “¿Me acompañas al baño?”- . Solicitas insinuante, con una leve sonrisa...yo también sonrío y guardo silencio, el sol roza un mechón que escapó de tu pañuelo e imagino arrancar poco a poco todo su envoltorio, bajo mi silencio tu sonrisa se borra poco a poco, mientras nuestros acompañantes nos ignoran. .- No-. Termino por decir .-Ya estoy un poco vieja para baños públicos...si quieres ir al baño, podemos ir a mi casa-.

Puedo acariciarte con la lentitud que mereces, ya no soy brusca, mi niña, quiero descubrirte lento y llegar donde nunca he llegado, porque tú untaste mis muslos hace veinte años. Pero yo no he llegado a acariciar los tuyos. Y bajo lento sujetando tus manos…sí, tu piel es tan suave como yo la imaginé. Te encuentro y mi lengua te saborea, reconoce que este placer nunca lo sentimos. Tus piernas tiemblan y gimes, levantas tu pelvis y yo dejo entrar dos de mis dedos. Gritas mi nombre, una y otra vez…dime amor, ¿Es un hombre lo que necesitas?. Niña mía, puedo hablarte de frente, gritar tu nombre mientras te escudriño con mi lengua...estamos más viejas, si,  “maduras”. Ni tu piel ni la mía son las mismas; pero no te tapes, quiero verte...estamos hablando...se que te iras mañana y que tal ves solo reciba tu fotografía anual...no, no es un reproche, pero niña, ya era hora que sacaras a la luz el secreto de esa fotografía que hace tanto sacamos...se que son mis manos las que te hacen temblar y no el frió y es hora de disfrutar de este placer. Bajo el olor del incienso y esa fotografía añeja.


 

sábado, 24 de enero de 2015

Desesperación

Dejé que el agua cayera sobre mi cuerpo y removiera de cada pliegue el aroma de sus manos, el sabor de su lengua, recorté mi pelo y lo escondí en una bolsa con todas las cosas marchitas de casa:


El candelabro rojo que me enseñó a verlo, las velas azules que perfumaban su cuarto...aquel libro que nunca terminará de leer, las sábanas, sus cuchillas y sus innumerables perfumes.


También mi ropa desfiló en ese camino, cada braga que quitó, el vestido que repudió...ese sujetador que me regaló para san Valentín, calcetines, faldas, sombreros. Todo acto de mi vida estaba centrado en su placer y desde ahora que decido dejar de llorar, esas herramientas deben desaparecer , sacarlo de mi como un veneno, bolsas de sueños rotos...bolsas de promesas incumplidas, bolsas de amor perdido, bolsas de mi estupidez que aun espera un acto de piedad....

Respiro hondo, el sol se levanta; cojo mis bolsas y me encamino al vertedero... desnuda, porque nada de mi me queda. La gente mira mi aspecto, entre sucia y abatida, pero no interfiere. Llego al lugar...respiro otra vez, una canción ronda en mi cabeza y no pude tirarla...frente al abismo dudé si arrojar mi cabeza, pero no, la luz hizo que mis manos dejaran caer una a una mis bolsas, cada caricia, cada olor, cada risa se arrancará con el tiempo...miro como se hunden, el aire se limpia y respiro al oír el viento de color purpura.

Decido volver a vivir, pero al girarme vi, con sorpresa, a incontables personas desnudas abatidas, con sendas bolsas y tatareando canciones que no pueden olvidar y oscuridad en sus cabezas..